Una palabra puede sanarme
\nEsta prédica se centra en el pasaje de Mateo 8:8, donde un centurión expresa su humildad ante Jesús, declarando que no es digno de que Él entre en su casa, pero confiando en que una sola palabra de ...
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Contenido de la Predica
Esta prédica se centra en el pasaje de Mateo 8:8, donde un centurión expresa su humildad ante Jesús, declarando que no es digno de que Él entre en su casa, pero confiando en que una sola palabra de Jesús puede sanar a su siervo. A través de esta historia, el predicador reflexiona sobre la sensación de indignidad que muchas personas experimentan en su relación con Dios.
## Resumen de la Prédica:
- **Contexto Bíblico:** Se inicia con la lectura de Mateo 8:8, donde el centurión reconoce su indignidad y sugiere que con solo una palabra, su siervo sanará.
- **Indignidad Humana:** El predicador plantea la idea de que muchas veces, las personas se sienten indignas de recibir el amor y la gracia de Dios. Esta sensación puede llevar a rechazar la cercanía con Dios, como si su valor dependiera de su comportamiento o estatus.
- **Amor Incondicional:** Se enfatiza que el amor de Dios no depende de nuestra dignidad o méritos. Así como el amor hacia amigos y familiares no se basa en su valía, el amor de Dios hacia nosotros es incondicional. El predicador menciona que, a pesar de nuestros errores y pecados, Dios sigue amándonos.
- **Ejemplos de la Escritura:** Se citan figuras bíblicas como Juan el Bautista y Gedeón, quienes también se sintieron indignos, pero comprendieron que no se trataba de su valía personal, sino de lo que Dios podía hacer a través de ellos. Esto se utiliza para ilustrar que la percepción de indignidad no debe ser un obstáculo para aceptar el llamado de Dios.
- **El Propósito de Dios:** El mensaje concluye con una reafirmación de que, aunque podamos sentirnos pequeños o indignos, lo importante es la obra que Dios quiere realizar en nuestras vidas. El amor de Dios es lo que nos capacita y motiva para cumplir con Su propósito.
## Conclusión:
La prédica invita a los oyentes a reconocer que la sensación de indignidad no debe impedirles acercarse a Dios. En lugar de enfocarse en su propia insuficiencia, deben recordar que el amor de Dios es constante y que Él tiene un propósito divino para cada uno, sin importar cómo se sientan.